02. Gabriela Carrillo ARQUITECTA

En el horizonte del arte, las técnicas y las disciplinas creativas, las mujeres han forjado caminos de innovación y liderazgo que merecen ser visibilizados. Como una forma de resaltar las contribuciones que algunas mujeres, Bitácora Arquitectura invitó a los coordinadores de las cuatro licenciaturas que se imparten en la Facultad de Arquitectura de la UNAM, a identificar a un grupo de mujeres quienes desde la docencia, la investigación o la gestión pública han enriquecido la creación, la cultura y el pensamiento contemporáneos.

Puedes encontrar estas entrevistas en la edición 54 de la revista impresa.

Gabriela Carrillo fundó su Taller (homónimo) en 2019, como un espacio colaborativo e interdisciplinario desde el quehacer arquitectónico. Es cofundadora del Colectivo C733, que desarrolla proyectos públicos innovadores en México para atender las necesidades de las poblaciones menos visibilizadas.

Con más de 20 años de experiencia. Ha recibido reconocimientos como el Emerging Voices Award, en 2014, la Cátedra Extraordinaria Federico E. Mariscal, la Médaille d’Or de la Academia Francesa de Arquitectura, fue nombrada Arquitecta del Año por The Architectural Review 2017, en Londres; el Architectural Digest México en 2020 y 2023, así como The Royal Academy Dorfman Award 2023. Es académica de la Facultad de Arquitectura de la UNAM desde 2003, donde actualmente dirige el Seminario de Investigación y Titulación Estudio RX, enfocado en plantear proyectos sociales para la mejora pública y urbana del país. Ha impartido clases en Harvard GSD, en la Kent State University y en el Programa WAVE de Venecia, Italia, entre otros.

Además, su trabajo ha sido exhibido y premiado en diversas bienales nacionales e internacionales.

[Mariana Santamaría Lemus] ¿Para ti, qué es innovar en el ámbito arquitectónico?

[Gabriela Carrillo] ¡Uff! ¡Qué palabra! Es una palabra que me causa un poco de conflicto, porque desgraciadamente la vinculo a ese lugar que la modernidad ha construido de creer que, entre más tecnología, que entre más dominemos el mundo, que entre más distancias haya entre los contextos que habitamos y las formas como habitamos, se construye innovación. Desde ese lugar, pues hay algo que me incomoda, porque al final creo profundamente en cosas muy primitivas: en el sentido común, en la observación, en la escucha…, como en muchos valores que a veces se distancian un poco de esta visión más moderna con la que hemos construido el planeta que habitamos.

Pero si he de darle una interpretación, me parece que la innovación significa replantear los errores que hemos cometido como humanidad. La oportunidad de repensarnos, desde muchos lugares: los sociales, los medioambientales, los políticos. Finalmente, creo que es una oportunidad para pensar un mundo mejor; suena un poco ingenuo, pero es un lugar que nos lleva a ser mejores, y no desde este lugar de las desigualdades, que se vincula a toda esta forma de pensar y de estructurar «la verdad» o «una verdad».

Eso es lo que yo entiendo, lo que imagino como la innovación en el universo arquitectónico.

[MSL] ¿Cómo ha impactado este pensamiento al realizar proyectos para el espacio público de México?

[GC] Pues es la oportunidad para repensar, justamente eso: las prácticas sociales, el consumo energético descabellado, la construcción de lugares privados desde lugares públicos que generan límites y fronteras; y que eso promueve la desigualdad, que es un problema grave y que además viene acompañado de la vulnerabilidad en los contextos, particularmente en los que a mí me ha tocado trabajar. Entonces, pues sí, es un lugar como una «luz» con enormes oportunidades para imaginar estos lugares que construyan una dignidad espacial para los habitantes como un derecho universal, así como el derecho a la vivienda o el derecho a la educación, al final el derecho a la dignidad espacial.

[MSL] Desde tu punto de vista, ¿cómo aportan las arquitectas mujeres un enfoque único e innovador al diseño arquitectónico y a la construcción?

[GC] Creo que lo que ha aportado este siglo es a darle mucha más potencia a la voz de esa otredad que ha sido ignorada históricamente; y en ese sentido, creo que más allá de construir mundos feministas, o de perseguir el contrario al mundo capital, es el de reconocer un mundo diverso, complejo, riquísimo. Y eso, al final se vuelve una enorme oportunidad. Para mí el trabajo en una colaboración y en el tipo de trabajo que hago (colectivo), me interesa fortalecer eso, las muchas voces interdisciplinarias, diversas, que puedan sumar a un diálogo y a una construcción de una discusión, y también a una escucha profunda del territorio, de quienes habitan ese territorio, de la historia, del pasado, de la memoria y también del futuro. Eso me parece que nos permite trazar un camino que no sabemos con claridad, probablemente, a dónde va a llegar, pero sí nos abre muchas líneas de pensamiento y de acción, y creo que son las formas como hemos buscado construir el trabajo que hemos hecho.

[MSL] ¿Crees que existe equidad de género en la arquitectura? Y en tu vida profesional, ¿a qué retos te has enfrentado en este ámbito?

[GC] Equidad no creo que haya todavía en el planeta, en ningún ámbito. Creo que es un lugar por el tenemos que pelear y trabajar quienes tenemos una posición privilegiada, quienes tenemos oportunidades laborales increíbles, quienes hemos luchado de alguna manera por construir o buscamos construir un mundo con equidad. Creo profundamente en el poder de las pequeñas acciones y en la capacidad de transformación de estos ecos importantes que resuenan, que se hacen grandes aunque sean pequeños, de inicio a través de acciones mínimas. Porque el espacio lo construye el habitar y el habitar se construye de acciones mínimas: de sentarte en la mesa a compartir un alimento con alguien, de acostarte y descansar, son acciones básicas. Entonces pienso que trazar ese camino de nuestro cotidiano nos permite generar reflexiones y analizar nuestras prácticas para cambiarlas o para ver de qué manera pueden tener traducciones o ecos espaciales, y de qué manera el espacio puede ser reactivo: en el sentido positivo o negativo hacia estos lugares.

[MSL] ¿Qué propuestas consideras que serían adecuadas para la juventud, para que sí exista en un futuro la equidad de género en la arquitectura?

[GC] Creo e insisto que no es sólo en la arquitectura y no es sólo en favor de las mujeres. Es justo en todos los lugares: con el propio planeta, con las propias plantas, los animales, los ecosistemas. Creo que hay que romper los paradigmas y creo que esa ruptura implica cuestionarnos y entender que no hay una sola verdad. El siglo XX se encargó de buscar la verdad y de tener una «gran verdad». Y el siglo XXI tiene ese otro camino. Incluso que las nuevas generaciones ya tienen otras conciencias, otras sensibilidades. Crecieron en un formato distinto al que yo crecí. Yo pertenezco a esta generación corta de señales: cuando yo nací no había celular, no había internet, la comunicación era más lenta. Entonces creo que eso sí abre una visión naturalmente distinta, incluso nos permite cuestionarnos si el género como construcción social es algo que debería de existir o no. Creo que eso tiene que ver con muchos actores: con las voces de las que te rodeas, los lugares donde discutes, la capacidad de cambiar de opinión y de ir modificando nuestros puntos de vista. Eso, finalmente, es algo que yo encuentro como la oportunidad de reinventarnos. Creo que estas nuevas generaciones tienen muchas cosas claras que nosotros no tuvimos. Y seguramente a estas nuevas generaciones les toque luchar y trabajar con otras cosas y desde otros lugares.

Sí sé que me interesa hacerme muchas preguntas y en la crianza de mi hijo encuentro la oportunidad de aprender también de estas nuevas generaciones, de romper un poco con este principio natural que nos decían que el más sabio siempre es el que es el más viejo.

[MSL] ¿Para ti qué papel juegan la sostenibilidad y las nuevas tecnologías en la innovación? Pensando en que la palabra «innovación» tiene que ver más, como decías, con un cambio.

[GC] Creo que gran parte de las etiquetas que le hemos puesto a la arquitectura tienen que ver con ese lugar que se contaminó en el siglo XX. Queremos estar a 19° en un ecosistema donde hay -20 °C, o queremos estar a 19 °C en donde hay 35°C. Y queremos un edificio con una fachada completamente de cristal y tenemos que desarrollar esa innovación para resolverlo. Creo que, finalmente, la sostenibilidad, como la accesibilidad, son valores inherentes al quehacer arquitectónico. Estamos obligados a volvernos cómplices de lo que diseñamos, para qué diseñamos y cómo diseñamos. Creo que la diferencia son las formas. Los que estamos en el Tercer Mundo no tenemos ni los recursos ni los presupuestos. Tenemos muchas crisis y eso, cuando se traduce a oportunidades, se vuelve una oportunidad de reflexionar desde otro lugar, desde decir no tengo lana para pagar toda la sostenibilidad leed indicada, pero sí tengo la posibilidad de orientar correctamente mi edificio, ponerle una celosía en el lugar donde le va a pegar el sol, mitigar por un viento cruzado; tomar esas decisiones que vienen del sentido común, de las sabidurías ancestrales, ideas que también se articulan con la nueva tecnología. No quiere decir que yo deseche la tecnología. Creo que se trata de encontrar un balance y creo que ahí la innovación puede ser un principio interesante: ese híbrido entre lo local, lo primitivo, lo ancestral y el desarrollo tecnológico.

[MSL] Partiendo de esta idea del cambio y del desarrollo, ¿qué te gustaría que hubiera en la arquitectura en 20 años? ¿Hacia dónde vamos y qué es lo que más te emociona de eso?

Me cuesta mucho pensar en un futuro en 20 años porque me emociona y me hace muy feliz mi presente. Me interesa pensar el futuro cuando proyecto. Porque por supuesto que me interesa saber si el lugar en el que voy a trabajar va a estar inundado en 20 años o va a tener escasez de agua. Pero verme a mí misma desde esa perspectiva es difícil, porque [en] los últimos años de mi vida profesional y personal ha habido muchas mudanzas, muchas reflexiones, muchas voces que han cambiado la dirección que yo creía tener.

No tengo claridad de dónde voy a estar en 20 años ni qué es lo que me gustaría que hubiera. Creo que me interesa mucho pensar que las opciones con las que construyo hoy van a tener la capacidad en el futuro de ser agentes de cambio. Y eso empieza, quizá, por construir menos y sembrar más árboles y pensar que la arquitectura comienza en el diseño programático. Poderme sentar con mi hijo a escuchar sus reflexiones sobre lo que opina de caminar en vez de usar un automóvil. Creo que ahí es donde pongo mi energía.

Creo que a veces, como dices, nos enfocamos tanto en fortalecer en esta sociedad el papel de la mujer, y en entender cómo y de qué forma se ha ganado terreno actualmente y a futuro; pero a veces deberíamos pensar también en la equidad en varias líneas, en el futuro que cada una de ellas va a tener y en poder comunicarlo. Pensar que incluso hay mujeres más privilegiadas que otras. Ahí sí, en ese sitio sí pienso que aprovechar la voz, el lugar, la posición, es una responsabilidad. Por ejemplo, dar clases en un lugar que te ofreció a ti todo lo que has aprendido, es compartir el conocimiento de lo que implica hacer un trabajo u otro. Creo que es importante la generosidad en la construcción del futuro. Y creo que el mundo capital y este mundo de las ideas ha restringido esa generosidad. La ha vuelto un potencial de riqueza o de poder y creo que es al revés. Yo pienso que entre más generosos y bondadosos seamos con lo que tenemos y que seamos capaces de compartirlo, comenzaremos a ser agentes de cambio. Entendiendo que hoy no existe la equidad como quisiéramos, pero sin duda estamos a miles de pasos adelante de lo que había antes, pero sí me interesa fortalecerla.

En mi privilegio, haré lo que sea necesario; y no por ello creo que las mujeres seamos mejores que los hombres, pienso que hay hombres y mujeres igual de talentosos, capaces y habilidosos, para resolver espacialmente. Es un momento de darle el peso a la construcción de la equidad.

[MSL] ¿Qué propuestas consideras que serían adecuadas para la juventud, para que sí exista en un futuro la equidad de género en la arquitectura?

[GC] Creo e insisto que no es sólo en la arquitectura y no es sólo en favor de las mujeres. Es justo en todos los lugares: con el propio planeta, con las propias plantas, los animales, los ecosistemas. Creo que hay que romper los paradigmas y creo que esa ruptura implica cuestionarnos y entender que no hay una sola verdad. El siglo XX se encargó de buscar la verdad y de tener una «gran verdad». Y el siglo XXI tiene ese otro camino. Incluso que las nuevas generaciones ya tienen otras conciencias, otras sensibilidades. Crecieron en un formato distinto al que yo crecí. Yo pertenezco a esta generación corta de señales: cuando yo nací no había celular, no había internet, la comunicación era más lenta. Entonces creo que eso sí abre una visión naturalmente distinta, incluso nos permite cuestionarnos si el género como construcción social es algo que debería de existir o no. Creo que eso tiene que ver con muchos actores: con las voces de las que te rodeas, los lugares donde discutes, la capacidad de cambiar de opinión y de ir modificando nuestros puntos de vista. Eso, finalmente, es algo que yo encuentro como la oportunidad de reinventarnos. Creo que estas nuevas generaciones tienen muchas cosas claras que nosotros no tuvimos. Y seguramente a estas nuevas generaciones les toque luchar y trabajar con otras cosas y desde otros lugares.

Sí sé que me interesa hacerme muchas preguntas y en la crianza de mi hijo encuentro la oportunidad de aprender también de estas nuevas generaciones, de romper un poco con este principio natural que nos decían que el más sabio siempre es el que es el más viejo.

[MSL] ¿Para ti qué papel juegan la sostenibilidad y las nuevas tecnologías en la innovación? Pensando en que la palabra «innovación» tiene que ver más, como decías, con un cambio.

[GC] Creo que gran parte de las etiquetas que le hemos puesto a la arquitectura tienen que ver con ese lugar que se contaminó en el siglo XX. Queremos estar a 19° en un ecosistema donde hay -20 °C, o queremos estar a 19 °C en donde hay 35°C. Y queremos un edificio con una fachada completamente de cristal y tenemos que desarrollar esa innovación para resolverlo. Creo que, finalmente, la sostenibilidad, como la accesibilidad, son valores inherentes al quehacer arquitectónico. Estamos obligados a volvernos cómplices de lo que diseñamos, para qué diseñamos y cómo diseñamos. Creo que la diferencia son las formas. Los que estamos en el Tercer Mundo no tenemos ni los recursos ni los presupuestos. Tenemos muchas crisis y eso, cuando se traduce a oportunidades, se vuelve una oportunidad de reflexionar desde otro lugar, desde decir no tengo lana para pagar toda la sostenibilidad leed indicada, pero sí tengo la posibilidad de orientar correctamente mi edificio, ponerle una celosía en el lugar donde le va a pegar el sol, mitigar por un viento cruzado; tomar esas decisiones que vienen del sentido común, de las sabidurías ancestrales, ideas que también se articulan con la nueva tecnología. No quiere decir que yo deseche la tecnología. Creo que se trata de encontrar un balance y creo que ahí la innovación puede ser un principio interesante: ese híbrido entre lo local, lo primitivo, lo ancestral y el desarrollo tecnológico.

[MSL] Partiendo de esta idea del cambio y del desarrollo, ¿qué te gustaría que hubiera en la arquitectura en 20 años? ¿Hacia dónde vamos y qué es lo que más te emociona de eso?

Me cuesta mucho pensar en un futuro en 20 años porque me emociona y me hace muy feliz mi presente. Me interesa pensar el futuro cuando proyecto. Porque por supuesto que me interesa saber si el lugar en el que voy a trabajar va a estar inundado en 20 años o va a tener escasez de agua. Pero verme a mí misma desde esa perspectiva es difícil, porque [en] los últimos años de mi vida profesional y personal ha habido muchas mudanzas, muchas reflexiones, muchas voces que han cambiado la dirección que yo creía tener.

No tengo claridad de dónde voy a estar en 20 años ni qué es lo que me gustaría que hubiera. Creo que me interesa mucho pensar que las opciones con las que construyo hoy van a tener la capacidad en el futuro de ser agentes de cambio. Y eso empieza, quizá, por construir menos y sembrar más árboles y pensar que la arquitectura comienza en el diseño programático. Poderme sentar con mi hijo a escuchar sus reflexiones sobre lo que opina de caminar en vez de usar un automóvil. Creo que ahí es donde pongo mi energía.

Creo que a veces, como dices, nos enfocamos tanto en fortalecer en esta sociedad el papel de la mujer, y en entender cómo y de qué forma se ha ganado terreno actualmente y a futuro; pero a veces deberíamos pensar también en la equidad en varias líneas, en el futuro que cada una de ellas va a tener y en poder comunicarlo. Pensar que incluso hay mujeres más privilegiadas que otras. Ahí sí, en ese sitio sí pienso que aprovechar la voz, el lugar, la posición, es una responsabilidad. Por ejemplo, dar clases en un lugar que te ofreció a ti todo lo que has aprendido, es compartir el conocimiento de lo que implica hacer un trabajo u otro. Creo que es importante la generosidad en la construcción del futuro. Y creo que el mundo capital y este mundo de las ideas ha restringido esa generosidad. La ha vuelto un potencial de riqueza o de poder y creo que es al revés. Yo pienso que entre más generosos y bondadosos seamos con lo que tenemos y que seamos capaces de compartirlo, comenzaremos a ser agentes de cambio. Entendiendo que hoy no existe la equidad como quisiéramos, pero sin duda estamos a miles de pasos adelante de lo que había antes, pero sí me interesa fortalecerla.

En mi privilegio, haré lo que sea necesario; y no por ello creo que las mujeres seamos mejores que los hombres, pienso que hay hombres y mujeres igual de talentosos, capaces y habilidosos, para resolver espacialmente. Es un momento de darle el peso a la construcción de la equidad.

Mariana Santamaría Lemus Es arquitecta egresada de la Facultad de Arquitectura de la UNAM. Realizó estudios en la École Nationale d’Architecture Paris, Malaquais, Francia. Es cofundadora del Taller Amaranto Arquitectura y ha trabajado en diversos despachos de arquitectura en México y Francia. En conjunto con el equipo MMMZS ganó el concurso para la construcción de la biblioteca pública de Zhiyuan, China. Con el mismo equipo ganó el concurso para la reconstrucción del Tabo en Siargao, Filipinas después del desastre del huracán Odette. Ha participado en conferencias del Colegio de Arquitectos de la Ciudad de México y en la publicación de Architecture Competitions Yearbook.

IG: @m.ariannasanta | @amaranto.arquitectura  

Notas

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