Nueva Plaza de Convivencia Socioambiental de la UMFA

Nicolás Álvarez-Icaza Ramírez

La nueva Plaza de Convivencia Socioambiental de la Unidad Multidisciplinaria de la Facultad de Arquitectura (UMFA) y la Escuela Nacional de Lenguas, Lingüística y Traducción (ENALLT): relato y reflexiones.

Ciudad Universitaria (CU) es el corazón geográfico y político de la Universidad Nacional Autónoma de México, una de las instituciones de enseñanza e investigación más importantes de Latinoamérica y el mundo. Los espacios de CU reflejan una visión arquitectónica y paisajística muy vanguardista, aunque también en ellos se reproducen algunos vicios de las grandes urbes.

Usualmente la comunidad universitaria expresa las preocupaciones asociadas a la pérdida de espacios universitarios pensados para generar beneficios colectivos, sin embargo, las expresiones no siempre tienen un eco en las decisiones de las y los planificadores universitarios. Muchos de los espacios comunes de CU fueron concebidos para generar una convivencia armoniosa entre la comunidad universitaria y su entorno natural: no es una acción
menor la creación de la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel (REPSA) para proteger ese ecosistema tan único.

Algunas otras estrategias y esfuerzos para reconocer el valor ambiental y establecer mayores vínculos y espacios de educación ambiental en la Universidad han sido exitosas. Por ejemplo, la idea de crear xerojardines y jardines de polinizadores en los espacios universitarios ha sido una de las acciones mejor recibidas por toda la comunidad. Establecer esos espacios-lugares es un ejercicio de acción colectiva universitaria muy interesante, porque es un reconocimiento al valor ambiental y al ejercicio social que implica generar, cuidar y, en algunos casos, recuperar esos espacios.

La Facultad de Arquitectura (FA) y, en especial la Coordinación de la Licenciatura de Arquitectura de Paisaje, en un primer momento, y más adelante la Escuela Nacional de Lenguas, Lingüística y Traducción (ENALLT), recrearon un ejercicio de recuperación sumando esfuerzos, de un espacio que inicialmente había sido concebido como una plaza que conectaba con otras áreas de CU a lo que ahora es el edificio de la Unidad Multidisciplinaria de la FA (UMFA). Ese uso se perdió al convertirse en un estacionamiento que beneficiaba a no más de una veintena de personas.

El siguiente texto es mi versión del relato sobre cómo se fue transformando ese estacionamiento improvisado, en lo que ahora es una plaza de recreación social con un importante valor ambiental que beneficia a cientos, si no es que a miles, de universitarios y universitarias.

Nicolás Álvarez-Icaza Ramírez1

El Relato

La idea original de recuperar el espacio fue de la Coordinadora de la Licenciatura de Arquitectura de Paisaje de la FA, la Arq. Psj. Valia Wright, quien, con el apoyo del Dr. Juan Ignacio del Cueto Ruiz-Funes, Exdirector de la FA, impulsaron la idea de generar un corredor de jardines de polinizadores que conectara ambientalmente a los edificios centrales de la FA con el UMFA, en dónde se imparten las carreras de Arquitectura de Paisaje, Diseño Industrial y Urbanismo. La idea fue retomada en una serie de conversaciones con la Coordinación Universitaria para la Sustentabilidad (CoUS) 2 , en donde tuve la suerte de trabajar en el equipo que lideraba la Dra. Leticia Merino, la coordinadora de ese entonces. La Dra. Merino compartía una visión de generar sustentabilidad de base, a partir de promover procesos participativos de transformación que se vieran reflejados en el Campus. En ese momento, el espacio de la plaza-estacionamiento había vivido un par de pulsos complicados para albergar exposiciones temporales que sirvieron como práctica de campo de Arquitectura de Paisaje. Con el objetivo principal de desalojar el espacio de automóviles, la recuperación y apropiación del espacio no se conseguirían con eso, aunque se contó con el fuerte apoyo de la responsable de la asignatura, la Dra. Rocío López de Juambelz y sus alumnas y alumnos.

Casi a la par, Antonio Suárez y Roberto González, responsables del Laboratorio de Movilidad e Infraestructura Verde de la FA, lanzaron un taller de mecánica básica para el ciclismo urbano para la comunidad universitaria, también con el apoyo de la CoUS2. No fue tanto el desarrollo del taller, como el hecho de que se pedía la liberación del espacio un viernes cada quince días para poder llevarlo a cabo, lo que evidenció cómo cambiaba la dinámica del lugar cuándo no estaba atiborrado de automóviles. No fuimos pocos los que vimos ese potencial transformador; gente caminando libremente, actividades de ocio y placer, bicicletas, en resumen: ¡espacio libre! Con el impulso preexistente, el fracaso de la primera iniciativa superado y el potencial vislumbrado, de nueva cuenta, Valia Wright (VW) a través de la Coordinación de la Licenciatura de Arquitectura de Paisaje (LAP) invitó y propuso a las coordinaciones de las carreras de la FA lanzar una convocatoria para que sus estudiantes participaran en una serie de talleres interdisciplinarios, bajo el plan de obtener las mejores ideas de proyectos para la intervención del espacio. Con toda la intención de ganarle
definitivamente el terreno a los automóviles y recuperar una plaza con infraestructura permanente, impulsada por la participación estudiantil, los talleres se llevaron a cabo los sábados. Los jardines de polinizadores fueron el pretexto perfecto para darle impulso al proyecto. Estudiantes de Arquitectura de Paisaje, Arquitectura, Urbanismo y Diseño Industrial organizaron equipos para aportar diferentes ideas para el espacio común. El resultado de los talleres interdisciplinarios fue la selección del proyecto de Valeria Garcidueñas y Miguel Villicaña (LAP). El proyecto impulsaba la recuperación de la imagen original del Pedregal a través de jardineras con un par de cubiertas ligeras. Con base en lo anterior, La Coordinación
de la LAP (Valia Wright) en colaboración con la Dra. López de Juambelz (Curadora del HeFA) trabajó una nueva idea que respetaba el trazado original de la plaza e incluía el aspecto natural más emblemático de CU: el basalto del pedregal. Además, dicho sea de paso, había un punto fundamental en la propuesta: deshacerse de áreas de pavimento, alineándose con las tendencias más modernas de “desellamiento del suelo” que abogan por la recuperación de sus bienes y funciones y su reintegración en los ciclos naturales. Así, la propuesta implicó exponer al suelo y dejar que su vida pueda seguir floreciendo.

El proceso sufrió un desgaste natural, porque todos veíamos cómo el tiempo pasaba y el proyecto ejecutivo no se terminaba. Además, había que sortear la difícil tarea de lograr convencer a las diferentes autoridades universitarias. No era cosa menor tratándose del campus central: la válvula del corazón universitario, patrimonio de la humanidad. La cita en campo con la Secretaria del Comité de Análisis para las Intervenciones Urbanas Arquitectónicas y de las Ingenierías en el Campus Ciudad Universitaria y los campi de la UNAM, la Dra. Luisa Noelle, fue crucial para defender el punto. La discusión giraba sobre nuestra idea de la Universidad como un patrimonio vivo, en dónde las condiciones sociales, políticas y ambientales y las necesidades de las diferentes generaciones de comunidades universitarias cambian. Nosotros creíamos en esa idea y la Dra. Noelle fue muy receptiva, solo nos impuso una condición: no velarias o cubiertas ligeras3, por favor. Nos pareció una petición justa y quedamos en mandar lo antes posible el proyecto con todas las especificaciones para que pudiera discutirse en el pleno del Comité.

Algunas semanas después, ya con el proyecto ejecutivo de la Fase I y propuesta de la FII recién terminado con el apoyo e interés de un exalumno de la LAP, el Arq. Psj. Joel Cruz y el alumno Juan Manuel Rodríguez (SS-LAP), en manos del Comité, nos enteramos que había sido rechazado puesto que no habíamos aclarado cómo se le daría mantenimiento; un punto muy importante. La Arq. Psj. Valia Wright propuso con el apoyo de nueva cuenta de la Dra. López de Juambelz y el Dr. del Cueto, abarcar prácticas estudiantiles que abrazaran el compromiso de mantener el futuro nuevo espacio en la estructura curricular de la Licenciatura de Arquitectura de Paisaje. La solución que presentó el Dr. del Cueto de la nueva iniciativa, fue aceptada en el Comité y el proyecto recibió una respuesta positiva: ya solo quedaba ejecutarlo.

Algunas semanas después, ya con el proyecto ejecutivo de la Fase I y propuesta de la FII recién terminado con el apoyo e interés de un exalumno de la LAP, el Arq. Psj. Joel Cruz y el alumno Juan Manuel Rodríguez (SS-LAP), en manos del Comité, nos enteramos que había sido rechazado puesto que no habíamos aclarado cómo se le daría mantenimiento; un punto muy importante. La Arq. Psj. Valia Wright propuso con el apoyo de nueva cuenta de la Dra. López de Juambelz y el Dr. del Cueto, abarcar prácticas estudiantiles que abrazaran el compromiso de mantener el futuro nuevo espacio en la estructura curricular de la Licenciatura de Arquitectura de Paisaje. La solución que presentó el Dr. del Cueto de la nueva iniciativa, fue aceptada en el Comité y el proyecto recibió una respuesta positiva: ya solo quedaba ejecutarlo.

Había una serie de obstáculos por vencer todavía, los aspectos administrativos, la liberación definitiva de los espacios de estacionamiento y el visto bueno de la Dirección de Servicios Generales y Movilidad, los tiempos de ejecución y el ajustado presupuesto, las transferencias entre dependencias, la donación de las rocas por parte de la ENCiT a través de la Dirección General de Obras y Conservación de la UNAM y la donación de las plantas del Vivero Bajo de la Coordinación de Áreas Verdes de la UNAM. Un condensado muy resumido para los dolores de cabeza que nos concedió. Pero también y mucho más importante, un ejemplo tremendamente virtuoso de empuje, colaboración y acción colectiva dentro de la Universidad.

Cuando absolutamente todo estaba listo, ocurrió el cambio en la rectoría y la Universidad pasó por un reacomodo interno. Transcurrieron varios meses y la Dra. Merino, así como la mayoría del equipo de la CoUS, dejamos de trabajar ahí. Sin embargo, la Directora de la ENALLT, la Dra. Carmen Contijoch se enteró del proyecto en este intervalo de tiempo y contactó al Dr. de Cueto para expresarle con un convencimiento admirable, que había
decidido seguir el ejemplo en el espacio que le correspondía. ¡El proyecto de la plaza se amplió! Por supuesto, hubo que repetir todo el proceso administrativo para incluir la ampliación de la plaza en el proyecto, con la diferencia de que el convencimiento ya se había logrado. Con el apoyo del Secretario Administrativo de la UNAM, el Mtro. Tomás Rubio, a quien después de presentarle la propuesta, aportó los recursos; el persistente convencimiento del exdirector de la Facultad de Arquitectura; y el inagotable esfuerzo de la Arq. Psj. Valia Wright el proyecto había tomado una dimensión mayor. La oficina de Vinculación y Proyectos Especiales de la FA colaboró, en el proyecto ejecutivo final de la Fase II, incluyendo la
selección del proveedor de las bancas que respetan el modelo original del campus central.

Las y los estudiantes de la LAP, se han dedicado a través de la asignatura de Práctica de Campo I, a mejorar la tierra, a seleccionar, recoger, transportar y plantar la vegetación donada y disponible en el Vivero Bajo. Su aportación le ha dado una nueva imagen y vida al sitio.

En suma, el proceso para implementar el proyecto contó con la participación de estudiantes, académicos, trabajadores y administrativos universitarios. Creo que la reflexión central como universitarios gira en torno a las relaciones que queremos establecer con nuestros espacios.
Ese delgado vínculo entre comunidad y naturaleza puede verse fortalecido si existe un mayor convencimiento, a todos los niveles, de que vale la pena implementar espacios que lo promuevan. No es que seamos sujetos atrapados en las dinámicas existentes. Siempre podemos creer en la idea de que tanto el espacio como el tiempo en esta Universidad son dimensiones abiertas al cambio. Ahora mismo, la invitación es abierta y total. Desde ahora y
hacia adelante debemos creer que el espacio universitario debe reflejar un beneficio colectivo mucho mayor. El agua, el suelo, el aire y la naturaleza son las componentes de un territorio educativo que existe, precisamente porque tiene la capacidad de cuestionar sus múltiples relaciones.

  1. Un agradecimiento especial a las revisiones y correcciones de Valia Wright (Coordinadora de la Licenciatura
    de Arquitectura de Paisaje) y Melissa López Portillo Purata (PUIES-UNAM). La responsabilidad de lo aquí
    relatado es enteramente mía.
  2. Agradezco a mis ex-colegas de la COUS. Especialmente al Dr. Alfonso de la Vega Rivera por haber impulsado
    con ímpetu desde la Subdirección de Campus este proyecto.
  3. Las velarias son estructuras compuestas por membranas textiles que se tensan para crear espacios
    sombreados.

Notas

Lineamientos para colaborar