El hogar esencial. La arquitectura de Oscar Hagerman y los proyectos de vida buena de Dora Ruiz Galindo

Mtra. Paloma Vera

La finalidad de la casa es brindar una vida conveniente y cómoda y sería un error dar demasiado valor a un resultado exclusivamente decorativo. 

—Lina Bo Bardi


Oscar Hagerman (La Coruña, 1936) es un arquitecto fuertemente vinculado al lugar. Su arquitectura y diseños están estrechamente ligados a ese mismo origen en el que lo material y las costumbres se integran. Pocos arquitectos logran ese diálogo de forma tan natural como hacen sus objetos y espacios.

Sus diseños conviven directamente con las raíces culturales y los usuarios que darán vida a su arquitectura. Conoce las tradiciones, la forma de vivir, las necesidades porque ha recorrido muchos pueblos de México durante décadas, observando, aprendiendo, dialogando y sobre todo escuchando. Estos recorridos a través del territorio y del tiempo los ha hecho junto con Dora Ruiz Galindo (Ciudad de México,1944), su esposa y compañera de esos caminos, psicóloga de profesión, quien ha trabajado en la educación y desarrollo en muchas comunidades y escuelas, en algunos casos coincidiendo con proyectos de arquitectura de Oscar y otras veces de forma independiente. Así, esta pareja ha dedicado su vida al servicio de los más pobres, juntando objetivos y proyectos, con una visión humana para contribuir a una vida mejor de las personas.

Los proyectos en los que trabaja Dora Ruiz Galindo van a la raíz, trabaja con las comunidades y organizaciones para que ellos mismos diseñen sus proyectos y los gestionen. La idea es que los habitantes de las propias comunidades sean quienes aprendan a crear los factores de desarrollo y las herramientas necesarias para mejorar sus condiciones. Doris trabaja para lograr que los habitantes sean conscientes de su potencial y que imaginen posibilidades, la etapa final es ayudarles a implementarlas. Son proyectos que se generan en ese lugar específico para esa comunidad particular son diseñados a la medida para que sean exitosos igual que las arquitecturas de Oscar.

En este equipo, Oscar y Doris se aproximan desde dos áreas distintas: el diseño y la educación, pero confluyen en un mismo objetivo: mejorar vidas. Los dos utilizan una metodología similar aprendida con la experiencia e intuición que parte de la confianza en los alumnos, colegas y usuarios de los espacios de que hay un conocimiento que ellos tienen, aunque no es necesariamente técnico, es igual de valioso.

Una estrategia clave de Oscar y Doris es que siempre escuchan, no imponen sus diseños. Eso empodera a los habitantes porque son incluidos en la discusión y en la toma de decisiones como iguales. Su aproximación respetuosa hace posible que en las comunidades entiendan sus necesidades y seleccionen los proyectos e ideas más acordes. El trabajo del arquitecto y la psicóloga/asesora es guiar desde el acompañamiento, permitiendo el crecimiento y la independencia de las familias sin imponer nada, simplemente enseñando a que entre todos pueden discutirse, evaluarse y escogerse las ideas más acordes a la comunidad, ya que mucho del conocimiento lo adquirieron por experiencia propia.

En diversas comunidades se han construido arquitecturas que se diseñan en la Ciudad de México y están completamente desconectadas de realidades rurales. Lo mismo pasa con muchos planes de estudio que no están hechos a la medida porque desconocen la realidad de los habitantes para los que fueron diseñados.

En las comunidades en las que han trabajado Oscar y Doris, la arquitectura y los proyectos de desarrollo son propios porque nacen en las comunidades y con la participación activa de las familias.

No son proyectos de arquitectura o educativos, son simplemente proyectos sociales y humanos que impactan en muchas áreas de la vida de los habitantes y en el tiempo, porque seguirán ahí y ellos estarán capacitados para imaginar la manera de darles continuidad y seguir construyendo su propio camino.

Educación, vida buena y cultura son los tres conceptos esenciales en los que puede resumirse el trabajo que han hecho durante más de 50 años, sueños que se materializan en escuelas, viviendas y en la transmisión de conocimiento para diseñar estrategias sociales autogestionadas.

Las escuelas, casas y el mobiliario de Hagerman representan la idea del «menos es más», no sólo como una intención de diseño, sino porque las condiciones en las que trabaja lo han obligado a buscar soluciones que cuesten lo menos posible, se construyan con las manos de los habitantes, con herramientas sencillas y materiales que puedan encontrarse o adquirirse fácilmente. Esas condiciones imponen, no queda espacio para los excesos ni para lo que no sea fundamental y absolutamente necesario. Antoine de Saint Exupéry escribió que se sabe que se ha alcanzado la perfección, no cuando no hay nada que añadir, sino cuando no hay nada que quitar. En los proyectos de Oscar no hay nada que quitar porque ya se ha quitado todo lo superfluo.

En las estrategias de desarrollo que Doris ayuda a implementar ocurre algo similar, no se llevan proyectos de fuera que no se sentirán como propios y fracasarán. Se trabaja en iniciativas propias que nacen en esas comunidades de necesidades básicas, lo que genera cariño y compromiso para que permanezcan.

Ese hogar esencial en el que Oscar y Doris concentran sus esfuerzos tiene grandes impactos en la vida de las personas que han tenido la suerte de cruzarse con ellos porque transforman desde lo más básico e importante: la casa para estar con tu familia y no pasar frío; la escuela para crecer como individuo, trabajar en conjunto y, siempre que sea posible hacerlo, en generar una economía para las familias.

Son pequeñas acciones que tienen un inmenso impacto porque transforman experiencias en las que lo más sencillo y lo esencial conviven. Las investigaciones constantes de Oscar en materiales, sistemas, flexibilidad y economía han ayudado para que las construcciones sean más eficientes, baratas y acogedoras. En las experiencias de Doris trabajar con las familias ha ayudado para que existan transformaciones sociales significativas haciendo talleres para hablar con las familias sobre muy diversos temas, educación, igualdad, respeto, integración, orgullo e identidad cultural. En alguna ocasión Doris me contó de un taller con las familias para convencerlas de que las niñas debían continuar con sus estudios igual que los niños y no dejar las escuelas en edades tempranas. Pequeñas acciones para lograr grandes impactos sociales.

Cada vez que esta pareja de viajeros incansables se integra a los proyectos en comunidades, los enriquecen con nuevas aproximaciones a partir de su experiencia, intentando siempre detonar esa vida mejor con la que siempre han soñado para que pueda existir para todos.

Oscar y Doris recibieron el pasado mes de septiembre la medalla Manuel Tolsá de parte de la Facultad de Arquitectura de la UNAM por su maravilloso trabajo que ha impactado de manera positiva en muchas personas y comunidades. Recuerdo que en la ceremonia Doris leyó un texto donde dijo que las certificaciones llevan otro nombre: la palabra servicio. «Nuestra experiencia nos sirve para luchar con otros por una VIDA con mayúsculas, por un mejor planeta, por una vida en paz y armonía, con uno mismo, la familia, la comunidad, la naturaleza. Son saberes para la vida».

Ese acompañamiento que han hecho con otras personas logra materializar muchos sueños y proyectos de vida buena.

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